miércoles, 29 de junio de 2011

La muerte de la luz.

Hacía tiempo que mis dedos no escribían nada en este vetusto teclado. Siento desaparecer sin más, aunque dudo que alguien lo haya notado, pero a veces pasa que no puedes escribir, estas demasiado acabado para ello. Esta madrugada solo puedo volver a hablaros de Alejandro.

Alejandro como cada mañana despertó con una gran sonrisa en la cara, como cada mañana desde hace tiempo se puso, sutituyendo su viejo pantalón roto y su destartalada palestina, un simple traje negro y una camisa blanca. Como cada mañana Alejandro al levantarse, me despidió con un beso. Como cada mañana Alejandro se puso sus zapatos y escapo hacia su mundo. Un mundo del que yo ya no formare parte. Supe que ya era el fin de todo... Lo supe desde el aquel primer momento en el que los muelles del colchón chirriaron una vez más para avisarme de que hoy sería nuestra última mañana juntos. Me levante, fui al baño, me pese como cada mañana, me lave la cara, cogí papel y un bolígrafo azul y le escribí un simple 'Lo siento' y me fui tal como entre en su vida, sin hacer ruido.

Se que lo entendió todo porque no volví a saber de él. Nunca quise a Alejandro pero ahora más que nunca me daba cuenta de ello, me daba cuenta que todas las mañanas a su lado solo hacían recordarme lo solo que me encontraba, nuestras noches lo fácil que era manipularme con unas copas de más.

Mientras caminaba por la calle, alejándome de todo el jaleo de la gris ciudad y de todo recuerdo de Alejandro, supe que estaba llorando, cuando la brisa cruzo mi cuerpo, envolviéndome en un capullo invisible, haciendo sentir la humedad de mi rostro, acariciando cada parte de mi cuerpo. Entonces, algo paso. Sentí una paz, una paz inmensa y momentánea. Y fue entonces cuando realmente empecé a llorar.

Anoche supe que Alejandro conoció a alguien. Espero que llegue a ser feliz.

No niego que al principio fue difícil. Huyendo de todo pensamiento me refugie en la noche. Me refugie en sus luces de neón, en sus brazos sin corazón, en sus botellas de alcohol. Me prometieron uno tras otro un mundo feliz, me prometieron uno tras otro sus corazones, me regalaron promesas vacías, palabras que con tanto ansia necesitaban que me fuesen regaladas y tras unas copas, como bien descubrió Alejandro, sucumbí a todos ellos.


Me levantaba y no quería verme, no quería pensar y ella venía a mi y me volvía a convertir una vez más en el novio del hambre. Y junto a ella no me sentía tan solo. A ella era quien le volví a entregar mis huesos.

Y ellos me olvidaban, se marchaban, me utilizaban para su diversión, ya sea para liberarse de su horrible mundo o para ver como me consumía con unas palabras bonitas, y no se cansaban y volvían cada noche buscando a su mono feria.

Y lo deje. Me sumí en mi mundo gris. Fue la muerte de la luz. La explosión del farol.

Aquí me hayo ahora, en mi mundo gris, vivo sin derrumbarme y ya no hay luz que consiga levantarme. Solo resisto, día tras día. Solo resisto. ¿Pero acaso no es eso lo que llevo haciendo desde mi primer chillido en aquel hospital? Resistir. A veces me cuestiono el por qué de resistir, pero pienso en mamá y en el pequeño y siempre me calló diciendo, que todo esto por ellos... Nunca les dejare solos.

Lna.



''Solo es un frío y roto aleluya''

3 comentarios:

  1. Yo sí había notado tu ausencia. Con esta entrada vuelves a ponerme el corazón en un puño y a desgarrarme por dentro. Pero no volveré a dedicarte un comentario extenso porque sé lo cansino que puedo llegar a ser; tan sólo decirte que al final he visto fuerza, y ésta tiene dos nombres. Son los móviles que te motivan para dar cada paso, aunque estos sean pasitos...
    Un saludo!

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  2. Tus palabras amigo, tus palabras. Las he tenido que leer con la mano sobre el pecho. Me dolía que entraran tan abruptamente a mi ser...

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  3. Tus simples palabras me han hecho llorar, y lo digo sinceramente. Era como si el mundo entero se hubiese quedado en silencio mientras tus palabras entraban en mi cabeza.
    Gracias por hacer que me sienta así.
    Sin duda voy a seguir este blog para estar atenta a tus palabras.
    Un abrazo, Elenna

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