Pobre de ti, pequeño. Insulso y necio, pequeño. Nariz rasgada, ojos saltones, boca torcida, pelo lacio, piernas enclenques. Pobre e insulso, pequeño. No ves que llueve, que haces en mitad de la carretera. Te crees el rey de una vieja tragedia. Te crees la Violeta de toda Traviata, la Penélope de toda Ilíada. Él no volverá. Bebe, pequeño, bebe.
Trago, tras trago, tras trago, tras trago, tras trago. Bebe. Sumérgete en el vaso. Ahógate en un mar de inmundos bares y neones. Después de unas cuantas copas, solo quedan las luces. Mancillate. Bebe y mancillate. Bebe y mátales. Bebe y suplicales, suplicales a todos. Bebe, solo bebe, pequeño. Pequeño e insulso.
¿Le recuerdas? Pues bebe. Asesínale con cada sorbo, mata su sonrisa con cada guiño, mata sus roces con cada beso, mata su recuerdo con cada caricia en el pecho. ¿Sigues recordandole? Pues bebe. Bebe, solo bebe. Botellas y más botellas. Cristales rotos en mitad de cualquier lado. ¿Te duele el verle? BEBE. BE-BE.
Levántate con un desconocido y no le pongas su cara. Poeta, culebra perversa. Levántate con un desconocido y mírate... ¿Qué ha sido de ti, mensajero? El mensajero siempre muere, recuerda. El mensajero, siempre estuvo muerto, responde. El mensajero siempre ha sido un mensajero. El mensajero es pobre, insulso y pequeño. Poeta, grieta inquieta.
Si sonríe, mueres. Lo sabes.
Poeta, la victoria al fin es vuestra.
"Cuánta de mi vida, será mía"